27/12/2019 1:07 pm
Hay un grupo muy grande de seres humanos que están esparcidos por todo el mundo. Tienen muchas cosas en común: pierden lo que tienen; deben escapar de los lugares que habitan; sufren cotidianamente hambre, frío, calor, violencia de todo tipo y la muerte de sus seres queridos. Son los “refugiados” que no tienen sindicato que los defienda.
Mínimamente quienes no estamos entre ese colectivo debemos interesarnos por su existencia y sus sufrimientos. Los niños y los ancianos mueren en la indiferencia de algunos Estados que resisten asumir las responsabilidades políticas que muchas veces tienen debido a sus intereses estratégicos. Saber que las guerras, las dictaduras, el cambio climático, son causantes del sufrimiento de millones. La ONU que trabaja en forma intensa sobre este tema se ha referido a: “Una cantidad sin precedentes de 70,8 millones de personas en todo el mundo se han visto obligadas a abandonar sus hogares a causa del conflicto y la persecución a finales de 2018. Entre ellas, hay casi 30 millones de refugiados, de los cuales más de la mitad son menores de 18 años. Además, hay 10 millones de personas apátridas a las que se les ha negado una nacionalidad y el acceso a derechos fundamentales, como la educación, sanidad, empleo y libertad de circulación” (https://www.un.org/es/sections/issues-depth/refugees/index.html).
Generar una conciencia global es indispensable para influir en los gobiernos nacionales. Conciencia y empatía es lo que desde lejos podemos hacer para formar futuros dirigentes que contengan este sufrimiento. La humanidad debe ser un sindicato que alce la voz frente al sufrimiento de nuestros congéneres para no volver a ver imágenes como las del pequeño Aylan Kurdi muerto a los 3 años al huir de Siria, o el llanto de Yanela Sánchez en la frontera entre México y EEUU.