Cuando mas dinero no asegura un mejor vivir.

01/01/2019 8:18 pm

Sergio R. Palacios

Cerca de un mes atrás, el gobernador de Salta hizo un comentario que genero mucha  polémica. Escuche el reportaje y no era para caerle encima como ocurrió desde muchos sectores. Su frase “el sueldo no me alcanza” no era una queja sino una respuesta a una pregunta directa sobre la cuestión, donde explicaba que tenía otros ingresos de actividades productivas. Pero ese comentario, de parte de una persona muy adinerada, es muy útil para analizarlo desde un lugar muy distinto que involucra profundamente a la economía y nuestra formas de vida.

A la declaración del gobernador Urtubey yo digo que a mí me alcanza y sobra a diferencia de él. Y seguro que del otro lado muchos lectores se seguirán parando en el mismo lugar pensando que: “si yo digo que a mí me alcanza y sobra debe ser porque gano mucho más dinero que Urtubey”. Bueno, aquí radica el error de la mirada que generalmente tenemos. Todos analizan a cuánto ascienden los ingresos para saber si alcanza o no, al hablar de individuos que entendemos tienen una renta por sobre el nivel de subsistencia (necesidades básicas cubiertas).

En personas de ingresos medios más acomodados, la otrora clase media o media-alta, se mira más cuanto es el ingreso y poco o nada “que estilo o filosofía de vida” llevamos frente al consumo. Aquí radica la diferencia que no se tiene nunca en cuenta: no todos vivimos como maquinas consumistas que nos llevan de narices a donde “el mercado” quiere que vayamos. No todos asumimos el consumo como signo representativo de status. Para muchos la Economía Política sigue siendo la economía de las necesidades. Algunos trabajamos para vivir bien, mientras otros viven para trabajar porque cuando tiene 3 quieren 4, 5, 6 y así sin frenos inhibitorios en el camino que va de los deseos al bolsillo. Más ingresos lleva a más elevado status cuando el individuo o grupo familiar están atrapados por la economía política del signo como la llamaba Jean Baudrillard.

Personas o grupos familiares con idéntico ingreso, en un mismo barrio, pueden estar en situaciones muy distintas: que a unos no le alcance para sostener el nivel de vida que se auto imponen comprando, comprando y comprando; y que a otros les sobre su ingreso logrando cierta capacidad a ahorro, aun sin privarse de un buen pasar.

El modo de vida, el frenesí por el consumo, hace la diferencia. Y desde ya, hay muchas investigaciones y ensayos donde queda claro que hay un punto en que el incremento de ingresos no significa mayores niveles de bienestar y felicidad.

Hay que dejar en claro que hubo una idea muy conveniente que asimilo durante todo el SXX el aumento de la producción e ingresos con la prosperidad y mayor felicidad de las personas. Esa idea pudo y puede ser relativamente cierta hasta un punto. Desde los estudios de Ricahrd Easterlin primero y luego de Daniel Kahneman sabemos que a partir del nivel llamado “umbral de riqueza”, el aumento de los ingresos no se traduce en un aumento proporcional de la felicidad para los individuos.

Pero, aún hoy en condiciones de la economía planetaria muy distintas a la década de los 60 por ejemplo, con mucho éxito la llamada maquinaria que incentiva la sociedad de consumo trata de asegurarse que las personas internalicen que tener 10 camisas las hace bastante más feliz que tener 7; que pagando un gym de moda se logran más músculos que usar aparatos en tu casa o en una plaza.

También aportan al debate los que adhieren a las doctrinas que demandan que el consumo se adapte a la dotación de recursos disponibles como forma de hacer sostenible la vida. Son las llamadas doctrinas del “decrecimiento” invocada por Serge Latouch y de la “economía de estado estacionario”, esgrimida por Herman Daly. En el caso de Latouche, sostiene que para compatibilizar la dotación de recursos y que sea equilibrada para todo el mundo, se deberían volver a los status de consumo de la década de 1960, tiempo en que si los ingresos se relacionaban con satisfacción de necesidades, mayor prosperidad y felicidad.

Finalmente, se destaca cada vez más un modo de conducta grupal que integra un colectivo llamado por sus siglas en inglés, FIRE (Financial independence, retire early), que adhieren a un modo de vida muy austero para generar ahorros de forma tal de ir separando en su vida laboral ingresos para ir invirtiendo y lograr juntar los recursos que les permita a los 40 años jubilarse y disfrutar del resto de su vida.

Como vemos, hay dos variables que deben equilibrarse. No hace falta ganar más sino elegir mejor nuestro modo de vida. Ganar más para comprar más es jugar como el perro que se persigue la cola corriendo en círculo. Ganar bien para vivir bien es el límite que muestra cuando la inteligencia domina el bolsillo y no al revés.