30/06/2018 10:16 am
Diego Maiolo.
Podemos preguntarle a cualquier argentino y la respuesta va a ser la misma, de generación en generación cuando nos sobran unos pesos y los queremos canalizar en alguna inversión las alternativas que se proponen siempre son dos: Ladrillos o dólar.
¿Hoy los ladrillos son tan buena inversión? Para responder a esta pregunta analicemos las virtudes y defectos. Entre las primeras podemos decir que es una inversión que nos dará una renta fija (el alquiler) y que nuestro capital se mantendrá o incrementará con el tiempo (los precios de los inmuebles sufren aumentos incluso en U$D). Aunque los pros resulten atractivos hay algunos aspectos negativos que podemos encontrar: no es un mercado liquido (vender un inmueble en caso de necesidad inmediata no es tan fácil y seguramente habrá que renunciar a obtener un precio mayor); ¿lo vamos a tener todos los meses alquilado?¿cual es el costo erogable (servicios, impuestos) y de oportunidad (alquiler no percibido) de mantener una propiedad vacía?. Debemos tener una reserva para posibles arreglos. La suma de dinero que se necesita para esta inversión es considerable y a veces de difícil acceso.
Por ello a pesar de que el “ladrillo” tenga sus indiscutibles virtudes siempre ganará el billete verde. Se pueden adquirir menores cantidades, tiene un mercado líquido y no te llama de noche porque le pierde una canilla.
El argentino tiene un fanatismo por el dólar que está a un nivel muy parecido al futbolístico. Ante cualquier duda, problema, turbulencia cualquier argentino sabe que la solución para proteger sus ahorros va a estar en comprar dólares. Por ejemplo en la crisis de 2008, originada en Estados Unidos por las Hipotecas y sus derivados, el resto del mundo abandonó el dólar, buscando alternativas como el euro, oro, acciones, bonos, etc. El argentino escuchó la palabra “crisis” e inmediatamente comenzó a pasar sus activos financieros a la moneda del país más golpeado. Decisión irracional si las hay, es como tratar de subir al Titanic cuando escuchamos los violines sonando en la cubierta. Pero a pesar de ser irracional y no recomendable por ningún analista financiero, el que compró dólares en 2008 vio como se incrementaba su activo en pesos, el que apuesta al dólar gana.
Apostar al dólar es una apuesta segura, en argentina el dólar a la larga siempre sube. Pero no podemos conformarnos con esto. Siempre hay que comparar esas subas con otras inversiones.
En 2017 sin ir muy lejos vemos a un claro ganador: las inversiones bursátiles. Quien compró en enero de 2017 una cartera bien diversificada de acciones y la vendió en diciembre del mismo año tuvo una rentabilidad del 78%. Algunas acciones subieron hasta un 446%. La inflación (nuestro eterno flagelo) fue para ese mismo periodo del 25%. El dólar solo subió un 17% con lo que a pesar de haber ganado en términos aparentes, lo cierto que es tuvo una perdida frente a la inflación. Incluso la tasa de los Plazos Fijos a 30 días fue superior al aumento del dólar.
Está ecuación cambia todo el tiempo y muy probablemente en 2018 el dólar le gane a la inflación y a varias carteras bursátiles conservadoras, pero algo es seguro, debemos romper con el binomio estructural de ladrillos o dólares. Contrario a los que indica la riquísima marca holandesa de cervezas: No pienses solo en verde.