13/04/2020 5:57 pm
Sergio R. Palacios
Director y Editor
Uno de tantos paradigmas que están cambiando es aquel que fue pilar de la economía de los últimos dos siglos: que la competencia es buena siempre y estimula para superarnos. La competencia genera una carrera en la que gana quien llega primero a la meta. Se genera en la economía un impulso para invertir y mejorar -por ejemplo- una tecnología que aumente la productividad. Quien antes logre la ventaja podrá ganar por sobre sus competidores que no han logrado obtenerla.
Hoy China y EEUU compiten por la inversión y comercio internacional, y desde la retórica sin ruborizarse en la crisis que estamos viviendo se muestran compitiendo también en ver quien logra primero la vacuna contra el virus Covid-19 que azota en todo el globo como un nuevo Atila. ¿Hay que aclarar por qué se elige la competencia y no la colaboración entre dos superpotencias con una abrumadora capacidad técnico-científica en un momento donde la humanidad es amenazada por igual? ¿Por qué uno quiere obtener la vacuna antes que el otro?
Las comunidades científicas, académicas, ONGs regionales y con actuación global, emprendedores, muchas empresas con cultura del siglo XXI, se sirven de redes para la comunicación y abren sus códigos para compartir información y conocimiento en búsqueda de resultados con beneficio recíprocos.
Compartir datos, ideas, experiencias, mejora el conocimiento y se obtienen logros más rápido que por medio del viejo secretismo que la competencia obligaba a cultivar. Daremos un ejemplo extraído del mundo de los negocios.
La empresa minera canadiense Goldcorp, a fines de los 90 tenía rumbo seguro de quiebra. Su principal mina en Red Lake, Ontario, se estaba agotando. Sus geólogos decían haber encontrado con sus perforaciones de prueba existencias de depósitos de oro en cantidades treinta veces mayor. Pero pasados los años no podían precisar cuánto y donde estaba el oro para extraerlo. En 1999 su Presidente, Rob Mc Ewen, realizando un curso en el MIT se interioriza de la experiencia de Linus Torvalds y su equipo cuando crearon LINUX (sistema operativo libre). Mc Ewen decidió replicar esa experiencia colaborativa para determinar dónde podía estar finalmente el oro para extraer. La empresa subió a la web un archivo de 400 megabytes con toda la información geológica que disponía para que libremente todo especialista o profesional participara de la búsqueda y aportara las soluciones contra la recompensa ofrecida de U$S 75 mil. Como resultado, más de mil profesionales buscadores de oro distribuidos en 50 países participaron del desafío. Los “colaboradores” habían localizado 110 objetivos en el terreno de Red Lake, dentro de los cuales el 50 % nunca habían sido detectados por la empresa. En cuanto a la eficiencia de estos resultados, el 80 % de los nuevos objetivos produjeron cantidades considerables de oro, generando a la empresa el ahorro de dos o tres años de prospección. Después de esta experiencia colaborativa Goldcorp salto de ser una empresa de U$S 100 millones y con una crisis terminal, a una valuada en U$S 9 mil millones. El audaz empresario que cambió el rumbo vio como sus acciones pasaban de un valor de 100 a 3.000 dólares.
Colaborar no es sinónimo de perder sino lo contrario. La colaboración en un mundo conectado en tiempo real permite intercambiar conocimiento y potenciar las posibilidades de lograr resultados. Es el momento de poner en lo más alto a este nuevo paradigma y que la ciencia en red con sus estructuras y protocolos actúe en un esfuerzo global por encontrar un tratamiento o cura contra el Coronavirus. Las superpotencias deben liderar la colaboración para frenar los efectos presentes y futuros del Coronavirus. La humanidad está por sobre las mezquindades hegemónicas de los Estados y lo míseros intereses industriales que compiten por beneficios futuros. Sin colaboración por sobre la competencia no hay futuro y este debe ser un cambio de paradigma global no solo para la crisis del Covid-19 sino para mitigar y detener el avance del Cambio Climático; el verdadero Armagedón que asoma en el horizonte.